El origen de los bloqueos - Nuevas ConstelacionesEn cada uno de nosotros cohabitan dos fuerzas opuestas cuyas dinámicas son la base de nuestro funcionamiento como seres humanos:

  • Necesidad de sentirnos amados (sentirnos aceptados, pertenecer a una familia y/o grupo).
  • Deseo de libertad (querer crecer, sentirnos libres, deseo de autonomía).

La tensión entre estas dos necesidades la vivimos de forma más o menos conflictiva, armoniosa o dolorosa. Cuando somos niños nos vemos obligados a ceder una parte de nuestra libertad para asegurarnos el amor de nuestros padres y de nuestro entorno, amor que necesitamos porque nos proporciona una indispensable seguridad.

Esto ocasiona un crecimiento condicionado y a menudo reprimido. A pesar de todo, nuestra necesidad de libertad y autonomía es tan fundamental que no puede ser completamente reprimida. La manifestamos en nuestra infancia siendo rebeldes, desobedeciendo y mediante la cólera y las crisis específicas de la adolescencia. Más tarde, siendo adultos, se manifestará en esos replanteamientos de nuestras relaciones de pareja, de familia y también de la vida misma.

Estos períodos de crisis operan como un tubo de escape, y suelen ser de corta duración.

A éstos momentos de crisis les siguen períodos más largos de adaptación (períodos que forman parte del crecimiento personal y nos aportan nuevas comprensiones). Cuando estas adaptaciones no se hacen suficientemente, o son demasiado dolorosas, dan lugar a dificultades psicológicas, relacionales, sociales, profesionales y a numerosas patologías corporales o psicosomáticas que son la mayor parte del tiempo un signo revelador de un problema sistémico, es decir, relacionado con nuestro inconsciente.

Ésta es la base donde nacen las tres emociones primarias: el miedo, la cólera y la tristeza. Las consecuencias de estas tres emociones son la huida, la violencia y la apatía (depresión).

Al adaptarnos tanto para ganarnos el amor y la pertenencia a nuestra familia, a menudo nos fabricamos una personalidad falsa. Cuando nos deshacemos de todo lo que no somos, llegamos al encuentro del Ser que somos.

Este movimiento responde al principio biológico de crecimiento, de evolución personal y de autonomía, cuya finalidad es la realización de nuestro propio Ser y nos proporciona la respuesta a la pregunta ¿quién soy yo?

El sentido de la vida está directamente relacionado con la calidad de nuestras relaciones. En efecto, nuestra vida cobra sentido y significado cuando las acciones que realizamos están al servicio de la sociedad y del mundo.

Aunque los medios clásicos (como la medicina, la psicología, etc.) poseen su eficacia específica, no pueden responder completamente a la problemática de fondo, porque ésta es sistémica, es decir, su origen está en el inconsciente de nuestra familia.

La solución la encontramos en un tratamiento sistémico, como las Constelaciones Familiares, que permiten llegar hasta las memorias inconscientes de nuestra familia para así revelar el origen de ese problema.

« Lo que no llega a la consciencia vuelve bajo forma de destino. »

“Las raíces de la consciencia”. – C. G. Jung

 

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