Las Constelaciones Familiares nos revelan una y otra vez la gravedad de rechazar a las personas con quien hemos tenido una relación de pareja.
Después de separarnos de alguien que ha sido importante para nosotros en ese aspecto, a menudo le dedicamos pensamientos negativos. Pensamos en él o ella como alguien que se ha portado mal, alguien que nos ha hecho daño, alguien a quien reprocharle muchas cosas, alguien de quien es mejor no hablar.
De hecho, como recordar a esa persona nos duele, muchas veces se convierte en un tema tabú e intentamos no volver a pensar en ella, intentamos olvidarla. De esta forma la estamos excluyendo y creando un desorden en la familia.
Lo que no sabemos es que al hacer esto podemos crear consecuencias negativas para nosotros, para nuestras próximas relaciones y para nuestros futuros hijos.
Los Órdenes del Amor en las parejas anteriores: la ley de la pertenencia
En un artículo anterior hemos hablado de los Órdenes del Amor, descritos por Bert Hellinger. Uno de esos Órdenes del Amor es la ley de la pertenencia, según la cual cualquier miembro que forme parte de un sistema (una empresa, un equipo o, en este caso, nuestro sistema familiar) tiene derecho a pertenecer a él y a ser reconocido como miembro de ese sistema.
Por tanto, al rechazar a esa persona con quien tuvimos una relación sentimental, al rechazar a esa persona que formó parte de nuestra vida durante un tiempo, la estamos excluyendo de nuestro sistema familiar. Nos guste o no, con esa persona se creó un vínculo que va a perdurar a pesar de “haber roto la relación” y forma parte de nuestro sistema familiar. Así, la mala relación que tengamos con ella o los pensamientos negativos que le dediquemos tendrán implicaciones sistémicas (es decir, en nuestra familia).
Pero, ¿nuestra parejas anteriores también forman parte de nuestro sistema familiar?
Sí. A un sistema familiar pertenecen los hijos y los padres, así como los hermanos de los padres y los abuelos. En algunas ocasiones también pueden pertenecer los hermanos de los abuelos, si han tenido un destino especial, y algún bisabuelo.
Además hay otros individuos que, pareciendo extraño, también forman parte de este sistema. Estos individuos son aquellos a cuya costa la familia ha obtenido un considerable beneficio (como aquellos que dieron la vida por algún familiar), aquellas personas que fueron víctimas de actos violentos por miembros de la familia, y las anteriores parejas de los padres y de los abuelos, ya que todas estas personas han tenido una implicación en la familia y en su momento crearon un vínculo, ya fuera positivo o negativo, con alguno de sus miembros.
Las consecuencias: ¿qué puede ocurrir si hemos excluido a nuestra anterior pareja?
Puede ocurrir que cuando encontremos un nuevo marido o esposa y tengamos un hijo con él, ese hijo represente a nuestra anterior pareja y cargue con la exclusión. Ese hijo tendrá dificultad en ubicarse en la familia (se sentirá extraño, excluido, sentirá que no se cuenta con él). Esa situación le dificultará sentir el amor de sus padres, algo tan esencial para el desarrollo sano de un niño.
Este sentimiento es algo inconsciente y ni nosotros ni el hijo sabremos por qué está ocurriendo.
Esto ocurre porque nuestro sistema familiar siempre intenta equilibrar los desajustes, desajustes como que un miembro del sistema haya sido excluido. Los desajustes que nosotros cometamos tenderán a ser compensados por las personas que vengan después, como los hijos.
¿Qué podemos hacer?
En Constelaciones, estos problemas salen a la luz. Se revela si algún miembro de nuestro sistema familiar ha sido excluido y qué consecuencias está teniendo en el resto.
Una vez descubierto esto, puede honrarse a esa persona, darle su lugar, reconocerla. Así, donde antes había desamor, ahora habrá orden y armonía. Ahora cada uno tendrá su lugar y se sentirá reconocido en la familia y socialmente. Y cuando en un grupo todos sabemos que tenemos nuestro lugar y somos reconocidos por el resto, el grupo se vuelve más sólido, y nos sentimos más fuertes.
“Cuando se reconoce y se honra a los excluidos, éstos recuperan su derecho de hospitalidad y, en vez de atemorizarnos, nos aportan paz. Y nosotros, concediéndoles el lugar que les corresponde en nuestra alma, estamos en paz con ellos.” – Bert Hellinger
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Gracias por la información es muy interesante saberlo. Bendiciones