La voz del silencio o como encontrar la felicidadCuando hablamos acerca de la meditación, en realidad estamos hablando sobre cómo llegar a conocer nuestra mente, y haciendo esto, llegar a vivir desde un verdadero estado de libertad.

En realidad el mundo que observamos es el producto de nuestro estado mental, todo nuestro funcionamiento depende de él, de ahí la importancia transcendente que tiene el conocer a fondo nuestra mente y entonces dirigir nuestra vida.

Para alcanzar realmente una comprensión de nuestra mente podemos utilizar técnicas muy sencillas. Lo más importante es mantenerse en una misma postura y hacerlo regularmente.

“Ama la vida, disfruta de todo pero no te identifiques con nada.”

En primer lugar, es aconsejable encontrar un espacio silencioso y un tiempo silencioso.

El mero hecho de fijar nuestra atención en nuestro cuerpo, respiración, movimiento interno y externo, nos permite entrar en esa función que C. Jung denominó sensación. Siendo ésta opuesta al pensamiento dual, nos devuelve a la unidad que somos.

Te darás cuenta, por supuesto, que tus pensamientos invaden rápidamente tu mente, lo que en realidad cuenta es esos instantes en los que tu atención está ahí donde tú has decidido que esté, estos son los momentos que conviene cultivar. Los momentos entre los pensamientos son la veta del tesoro. ¿Por qué? Porque es el espacio libre de conceptos más allá de la dualidad, sin juicios, porque éste es en realidad el punto en el cual puedes comenzar a desarrollar auto-aceptación y amor.

Con esta práctica, poco a poco la capacidad de atención aumenta lo que significa que desarrollamos la concentración y la fuerza mental, a la vez que creas así un espacio para vivir desde la presencia consciente.

Así  que el propósito más claro de la meditación es estar en contacto con nuestro Ser, o quizás más precisamente, en la presencia de nosotros mismos.

Aprendiendo a permanecer en contacto con esta presencia, a través de prolongados periodos de tiempo, desarrollamos los así llamados “poderes intuitivos”. Estos son los poderes del conocimiento de sí mismo en los que somos capaces de crear la realidad que deseamos vivir.

 

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